domingo, 1 de mayo de 2011

Redescubriendo a Sinán.

Redescubriendo a Sinán.
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¿Quién no ha escuchado hablar en este país de Rogelio Sinán? Poeta, cuentista y novelista panameño nacido en la isla de Taboga. ¿Quiénes no han leído por lo menos La boina roja (1954) o Plenilunio (1947)? Conocía algo del literato, pero no sabía nada del hombre hasta el martes 26 de mayo, donde pude escuchar la tertulia organizada por la Fundación Nuestra Lengua, con la que se le rindió homenaje a este distinguido panameño.

Nada mejor que conmemorar el Día del Escritor en Panamá con esta actividad que contó con la participación de la hija de Sinán, Ruth Sinán Dominguez y el Profesor Modesto Tuñón. Exedra Books se llenó de curiosidad y ansias de saber cada vez más del padre y hombre de letras.

Rogelio Sinán es el nombre que en las letras adoptara Bernardo Domínguez Alba, para sustentar su original teoría de que el hombre es hijo del padre y de la tierra. Su Padre se llama Rogelio y Sinán es la conjunción de Sinaí y Renán. Cambió así mismo la fecha de su nacimiento (para figurar jurídicamente como panameño) y es por eso que en la mayoría de sus biografías aparece como nacido en 1904, pero en realidad nació en 1902.
“Mi padre fue un escritor artesanal”, recuerda su hija Ruth, no era un letrado de tiempos de internet y así nos relata como cada vez que se equivocaba, cortaba la palabra, con una hoja de afeitar, de manera muy cuidadosa y la reemplazaba por un papelito que tenía la palabra correcta. “Cosió el lomo de sus libros”, sigue recordando su vástaga.
El amor de su vida fue su primera esposa, una famosa concertista italiana, que después de vivir unos meses en Panamá, no se adapta al país y se divorcia, regresando después a Italia. Ni el tiempo, ni la distancia fueron suficientes para que se olvidara uno del otro, siguieron comunicándose por teléfono y cartas. Historia de amor que conmueve, sobre todo porque Sinán tuvo la oportunidad de regresar a Italia, pero decide no verla, porque al haber envejecido, quería que ella lo siguiera recordando como la última vez en que lo vió.
Era un ávido lector y podía pasarse días enteros leyendo. Así que perder la visión a la edad de 89 años fue su mayor tristeza. Seguía asistiendo a actividades culturales para llenar su enorme curiosidad y sus incesantes ganas de aprender.
Fue un hombre interesado en el prójimo, extremadamente culto, pero al mismo tiempo de alma sencilla. Cuando fue Embajador de Panamá en la India, le interesaron, principalmente los barrios pobres de este país, enriqueciéndose de las vivencias de la gente que de una u otra forma plasma en sus escritos.
Aunque el Gobierno de Panamá le ha honrado con la Condecoración Nacional “Rogelio Sinán”, que se otorga cada dos años a un escritor panameño que se haya destacado en las letras y la Universidad Tecnológica de Panamá creara el Premio Centroamericano de Literatura, “Rogelio Sinán”, nos parece insuficiente el destaque que se le hace al escritor, al padre, al hijo, al hombre que ha enaltecido las letras de nuestro país.
Profesora Isis de Vaz de Melo
Fundación Nuestra Lengua

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