domingo, 8 de noviembre de 2009

La Patria que queremos y la Patria que tenemos

La Patria que queremos y la Patria que tenemos
Queremos una Patria justa, sin discriminaciones sociales, raciales y culturales.
Queremos equidad en la distribución de la riqueza, queremos que la justiicia trabaje igual para todos y no sólo para los que pueden pagar los mejores abogados.
Queremos un cambio, pero no estamos dispuestos a aportar nada para que el país cambie.
Comencemos con la honestidad, no somos honesto ni siquiera con lo que creemos o queremos, la mayoría de las veces ni nos conocemos a nosotros mismos.
Queremos que nuestros hijos sean honestos, pero no llevamos una vida honesta. Mentir es un deporte nacional en este país y nuestra prole copia comportamientos. No importa alterar la historia, los hechos, las razones, todo a conveniencia política y social del momento.
Qué honestidad existe en un hombre o una mujer que engaña a su cónyugue?
Cuál es la transparencia que existe en la vida de un ciudadano que mantiene un constante comportamiento de "juega vivo". Tiene esta persona autoridad moral para pedir justicia y equidad?
Ni hablar de dinero...inmediatamente se pierde o se hace mal uso de los fondos confiados.
A dónde llegaremos con este mal?...todos los que crean que Dios es panameño, están muy equivocados, pero de lo que si pueden estar seguros es que tenemos el país con los gobernantes que nos merecemos.

martes, 3 de noviembre de 2009

Polémica entre Varela y Yao

[SIZE="5"]Gabinete cierra filas a favor del canciller[/SIZE]
Leonardo Flores
lflores@prensa.com
El vicepresidente y canciller, Juan Carlos Varela, rompió ayer el protocolo e interrumpió el discurso del profesor Julio Yao para exigirle respeto, luego de que el docente universitario criticara la política exterior del Gobierno.

Según Yao, detrás de las bases aeronavales que se planean instalar en el litoral Pacífico para combatir el narcotráfico está Estados Unidos.

Los dimes y diretes continuaron después de que culminara el acto oficial en donde el Ejecutivo recordaba a los próceres de la patria en el mausoleo a los soldados de la independencia, en el cementerio Amador.

Varela manifestó “que no tolerará que un catedrático universitario ni ningún otro ciudadano nacional o extranjero manche la reputación del Gobierno de Panamá con insinuaciones que somos un Estado que apoya prácticas terroristas”.

Uno de los que salió en defensa del canciller fue el ministro de Gobierno y Justicia, José Raúl Mulino.

“Este es un acto para exaltar la nacionalidad y los días patrios. Me alegra que (el canciller) lo haya parado, porque estos izquierdistas solapados no desaprovechan oportunidad para decir su verdad a su manera y a su conveniencia”, dijo Mulino. Incluso, el presidente de la República, Ricardo Martinelli, afirmó que Yao tenía de profesor de historia, lo que él tenía de astronauta.

Yao dijo que su “discurso debió ser tratado con respeto, porque yo atiendo las opiniones y las tesis del gobierno. No sé qué les molestó, pero yo lo respeto”. Yao fue designado por el Consejo Municipal de Panamá, que domina la oposición.

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Confieso indolencia y ahora me siento culpable por no querer informarme más sobre las bases navales que se instalarán en territorio panameño. Comprendo la desconfianza de muchos ante la legitimidad y componentes de las mismas. ¿Cuántas veces, en el pasado, los norteamericanos prometían no intervenir en las políticas de los gobiernos vecinos desde Panamá y siempre lo hicieron? Tal vez sea un poco inocentón pensar que Martinelli no lo permitirá y que Obama no lo intentará. Creo que es difícil que los norteamericanos regresen a esas prácticas, pero esto es sólo mi opinión, eh? Pero desde aquí quiero defender el derecho del profesor Yao de pensar y expresar lo que piensa y siente, sobre todo teniendo una historia tan rica en decepciones como es nuestra historia patria. Si todos no defendemos su derecho, estaremos negando y pisando el derecho de las personas a expresarse libremente. En este país se luchó por la democracia y por el derecho a disentir. Flaco favor le haríamos a esta democracia si sólo se permitieran expresiones a favor de las acciones de cada gobierno de turno. Varela jamás debió interrumpir de ninguna forma al profesor Yao, por protocolo, por decencia, por su experiencia, por sus años y por la libertad de expresión. Mucha palestra pública tendría después para refutar las afirmaciones del docente. Fue un error imperdonable que no debe repetirse.

domingo, 1 de noviembre de 2009

A mi maestro con cariño...

A mi Maestro con Cariño…


¿Puedo acaso olvidar a mi maestra de primer grado que con amor y cariño me enseñó mis primeras letras, a pesar de que tal vez no era la más dócil de sus alumnas? ¿Qué decir de mi Profesora de español de 9º grado, una santa mujer que marcó mi vida para siempre. Dos veces por semana nos ponía de tarea en el salón de clases una redacción. “Escriban”, nos decía, de lo que quieran, pero escriban…y yo escribía de todo y ella corregía con manos de hada mis escritos. Casi todos los docentes que me formaron fueron increíblemente humanos, respetuosos, dedicados y bondadosos, nunca olvidados por mí, aunque a la mayoría de ellos nunca más los he visto, héroes lejanos de mi querido Aguadulce, en donde no había escuelas privadas en aquel tiempo. Pobres, ricos de pueblo y campesinos, todos estábamos en la misma aula recibiendo la misma calidad de educación.

En tiempo más cercano, casi todos los maestros y profesores de nuestro menor hijo, casi celestiales, a pesar de que cada día es difícil enseñar a esta juventud descarriada y hago constar que la experiencia de nuestro retoño es en su mayoría de escuela y colegio público.

Tampoco podré olvidar nunca, y es aquí donde adquiere mayor importancia la palabra casi, a mi profesora de 5º grado, que me ridicularizó en público por escribir la palabra ahorro con dos letras h, ya que dijo que era imperdonable que la escribiera así porque todos los días esta palabra salía en televisión, en los anuncios publicitarios de la Caja de Ahorros... lo que la maestra en cuestión no sabía era que yo no tenía televisión.

Todavía me saca las lágrimas el recuerdo de una pobre niñita que ganó uno en un ejercicio en el que le preguntaban lo que había desayunado ese día y ella lo dejó en blanco porque no había nada en su casa para desayunar. No olvido tampoco al maestro de 3er grado de mi hijo, que lo golpeaba en la cabeza con un libro cada vez que él se distraía.

Reciente, en mi memoria, está el día jueves 29 de octubre de este año, cuando una colega fue a mi aula de clases a amenazarme en frente de todos mis estudiantes que miraban horrorizados lo que estaba ocurriendo.

Al punto donde deseo llegar, con todo lo anteriormente expuesto, es que malos maestros y profesores han existido toda la vida. Debemos agradecer a Dios que los buenos fueron y son la mayoría.

Desde este escrito quiero reconocer la responsabilidad que me toca, siendo docente en ejercicio, por los resultados obtenidos en las pruebas de conocimientos de los alumnos de escuelas y colegios públicos en los últimos años. Tal vez no hice lo suficiente, tal vez no me capacité lo suficiente, tal vez me falta regresar a la universidad y tal vez no pueda acabar la lista de todo lo que podría haber hecho. Lo que no admitiré jamás es que se le endilgue al docente de este país toda la responsabilidad de los fracasos académicos.

La falta de respuesta social y económica por parte del estado, el deterioro de la familia como núcleo de la sociedad y las malas influencias foráneas han dado como consecuencia el tener alumnos desmotivados, conformados con su existencia y sentimientos de inseguridad e inferioridad que les impide asimilar lo enseñado. Todo el que no quiera ver que la responsabilidad de la educación de un país es una tarea compartida, contribuirá para que la misma se estanque y al que no quiera reconocerlo lo invito a que intente enseñarle y hacer que le pongan atención estudiantes con hambre.

¿Cuántos docentes no contribuyen comprando libros, uniformes, pagando comidas y alentando a muchachos que no tienen casi nada? Muchos de nosotros lo hacemos y sin ánimo de ganar ninguna medalla o recibir ninguna congratulación al respecto, paladines ocultos que nos entristecemos cuando sólo recibimos críticas.

Cambiemos, les digo a todos, por nuestros hijos, por nuestros nietos, por el bien del país, cambiemos y dejemos de culpar sólo a un sector por lo que es culpable toda la sociedad.