domingo, 8 de marzo de 2015

Pasaporte extraviado. Carlos Alberto Brandariz.



Hoy confirmo que nuestro país ha sido invadido. Me regalaron una oferta simple para lavar mi auto. Hice la cita y llevé mi auto a la hora indicada. Me recibió un joven con fuerte acento Colombiano. Desde que llegué, trató de no dar el servicio pero cuando me molesto mi expresión facial tiene algo intimidante, me han dicho. Mientras negociaba mi derecho llegó una venezolana y me dejaron con la palabra en la boca. Al rato, todos los que trabajaban en el lugar conjugaban los mas diversos acentos que hemos escuchado en la TV. Finalmente cuando fui a buscar mi auto no estaba listo, apenas lo comenzaban a limpiar, el Colombiano estaba agresivo, así que decidimos esperar. Creo que fui a un lavautos exclusivo para extranjeros.
Pocas horas despues un familiar tenía una cita en el Seguro y había que acompañarlo, la doctora llegó tarde y luego se fue por una hora a marcar su tarjeta, cuando regresó tenía un fuerte acento colombiano. Al regresar a casa un camión quería entrar en mi vía, me era difícil dejarlo entrar, me cerró y casi me mata, el chofer me espetó una palabra obscena diferente a como he aprendido a decirlas, al tratar de buscar un teléfono en el vagón del Camión solo pude leer "delicias colombianas". Paré en el supermercado y cuando iba entrando se me adelantaron tres jovenes, un varón y dos hermosas mujeres. Una le decía a la otra, tu sabes vale, como manejan estos panameños, son como estúpidos. Traté de intervenir en la conversación, recordando al chofer del Camión, pero la velocidad con que caminaban no me permitió hacerlo. Al buscar afanosamente un refresco, una demostradora de telefonía se me acercó y me preguntó, vos sos de Panamá ? Al fruncir mi seño me dijo que me lo preguntaba porque no parecía panameño, quizás por una gorra de gallego que tenía puesta. Le contesté: no señorita, la verdad añoro mi País. Tome mi auto siendo escoltado durante un buen rato por una niña con cola de cabello muy oscuro, con un topcito y ajustada licra, sobre una pequeña motoneta.
Pensé decirle un piropo pero recordé a Ana Matilde. Decidí encerrarme en mi casa y no salir hasta encontrar mi pasaporte extraviado.