domingo, 27 de septiembre de 2009

Carta Abierta a Ricardo Martinelli

La diferencia entre la oposición y los que votamos por el cambio

Quiero adelantarme ante el pensamiento general izado de que todos los que criticamos al gobierno actual somos parte de la oposición. Este argumento siempre ha sido usado por todos los gobiernos, sobre todo cuando no quieren hacerse responsables de sus errores y prefieren endilgarle a la oposición la mala imagen que pueda tener en un momento dado y que se han ganado con creces.

La oposición no ha dejado de criticar al gobierno, lo hace por tonterías, fantasmas y por amargas verdades. Lo importante es mantenerse vigentes aunque tengan que inventar una nueva realidad histórica.

Los mortales comunes y corrientes como yo, que no pelechamos de ningún partido político que esté o estuvo en el poder, podemos tener una visión más amplia y sensata del país y de los acontecimientos de los últimos meses.

La alianza dirigida por Ricardo Martinelli ha producido muchos buenos frutos, entre los que cabe destacar los 100 para los 70 y las medidas reales que se han tomado para que los que no estaban pagando sus impuestos y concesiones lo hagan, pudiendo recuperar sumas importantes que servirán para implementar los planes de desarrollo socio económicos que fueron banderas durante la campaña política.

Algunos planes están en marcha como el adecentamiento y mejoramiento del transporte público y la modernización de la educación, hechos que nos producen alivio y esperanza.

En lo relativo a la pésima imagen que le dan al gobierno los muy mal manejados casos de sospecha de corrupción, donde la percepción ciudadana tiene la impresión de que se protege a los miembros del gobierno y que no interesa mucho investigar, sino desviar la atención para que los asuntos pierdan vigencia, sólo puedo decir que se equivocan los que usan esta estrategia, que no hace más que comenzar a cargar la bolsa de descontento popular que se puede derramar si no se toman, a tiempo, los correctivos necesarios.

En cuanto a la seguridad ciudadana, nada justifica el palpable desmejoramiento de la misma. Sabemos que el control sobre la delincuencia no se hace de la noche a la mañana, pero no hay, absolutamente, ningún argumento válido para explicar el aumento de los muertos en las calles de este país. Las estrategias para tener seguridad ciudadana están fallando y ya es hora que se cambien y se le pida la urgente renuncia al director de la policía por su extraña actitud ante los delitos cometidos por sus subalternos.

Sobre las nuevas tasas o impuestos al pueblo, los panameños creemos que debemos sentir en nuestros bolsillos la bonanza económica antes de comenzar a aportar más de lo que ya hacemos. Vemos todos los días unas cuantas islas de riqueza y prosperidad, rodeadas de un mar de miseria. Esta es la amarga realidad de la mayoría del pueblo. No comprendemos el por qué tenemos que pagar más si no hay inseguridad en las calles, la canasta básica aumenta, y la Caja del Seguro Social no funciona adecuadamente, pero el salario mínimo sigue siendo igual. Un impuesto más significa un día o más sin comer en la mayoría de los hogares. Simplemente no es el momento apropiado para pedirle a este pueblo que haga un sacrificio más.

Nada más inoportuno que se plantee ahora la compra de aviones. Tal vez uno pequeño sí, sobre todo de rescate, pero uno grande y costoso, mejor será alquilarlo hasta que las finanzas mejoren.

De los viajes, es impostergable la presentación rápida y detallada de los beneficios que estos traen al país para que pueda comprenderse la frecuencia y la gran cantidad de personas que tienen estas delegaciones.

Todavía es tiempo de corregir el rumbo, sobre todo antes que la brecha de la incomprensión ciudadana se haga mayor.