martes, 5 de noviembre de 2019

De Reformas Constitucionales y Realidades Paralelas


Por: Isis de Vaz de Melo
Cuando éramos niños, mis hermanos y yo, dormíamos en el mismo cuarto y en la misma cama. Vengo de una familia «acomodada»,  porque nos acomodábamos en aquella cama de la manera más amorosa. Nada crea vínculos tan grandes como la cercanía, al punto de que imaginábamos cosas juntos, como aquella memorable madrugada donde uno despertó a los demás porque creía haber descubierto un planeta. Ahí estaba él, brillante y enorme y nosotros, llenos de ilusiones nos quedamos viendo por la ventana, durante horas aquella esfera brillante que parecía querer chocar con la tierra...Nuestros corazones latían con fuerza y el brillo de nuestra fantasía era tan grande como la inocencia infantil de tres chicos del interior...Todo iba bien hasta que uno de mis hermanos se dio cuenta de que nuestro planeta no era más que el foco del poste del alumbrado público. La candidez y hasta la ignorancia es graciosa en los niños, pero no en los adultos. Antes creía que teníamos un presidente secuestrado, pero ahora pienso que tenemos un presidente que vive en un país paralelo al nuestro. A medida que voy leyendo las reformas percibo que en un par de artículos, se vuelve a la dictadura disfrazada de instucionalidad y creer, si quiera, que se podía pasar esta ley sin traumas sociales, demuestra una carencia exacerbada de prudencia.
Si bien puedo identificar, por lo menos, cinco corrientes distintas entre aquellos que nos oponemos a la forma y fondo de este documento, nos une la desesperada sed de supervivencia por nuestro futuro. Los panameños no queremos abandonar nuestro país, queremos llegar a acuerdos civilizados que garanticen igualdad de oportunidades para todos, sin distingo de raza, religión, orientación sexual o filiación política. Atentar contra el derecho a disentir, infiltrando quintas columnas para demeritar una protesta cívica y patriótica, es el resultado de largos años de experiencia siendo el brazo civil de la dictadura.
Al final del día los chicos salieron a defender su futuro, así que recuerde, señor presidente, que cada muchacho maltratado por protestar,  es el hijo de alguien, el nieto de alguien, el hermano de alguien,  y el sobrino de alguien...Hablemos de muertos, un partido político difunto, no gana elecciones y los muertos, por lo menos en la realidad en la que vivo, no votan.