sábado, 15 de febrero de 2014

Entre el cielo y el infierno

Buenos días, mis queridos amigos! No soy religiosa, me niego a ser religiosa y detesto la práctica religiosa. He visto demasiada religión en los ojos de muchos asesinos, manipuladores, ladrones y todo tipo de maleantes. Soy cristiana, con muchos altibajos, pero basar una creencia en la práctica religosa, que muchas veces es tan subjetiva, no va conmigo. Por accidente, hice todo un recorrido "turístico" por el Órgano Judicial. Experiencia muy educativa, por cierto, pero les escribiré de eso otro día. Hoy me concentraré en la aventura surrealista que tuve al subirme al taxi que me llevó de vuelta a casa. Detuve el selectivo y estuve a punto de dispensarlo, ante el chiquillo que se paró el carro, con aretes en cada oreja, pero la desesperación por llegar a mi hogar, me hizo correrme el riesgo. La voz de Jesús Adrian Romero sonaba en el interior, lo que me tranquilizó un poco, para luego entrar en profundo pánico cuando la "criatura" recibió la primera llamada, vía celular: "Qué sopá, zorra, me tienes, k...do, bien que te gusta que te den por el c..o, p...a", todo ésto mientras el cantante seguía: "sumérgeme en el río de tu espíritu...". Mirando por el retrovisor, el "pelao" me dijo:"no se asuste, tía" y evocó una sonrisa, que se me antojo era como la de drácula, antes de dar la mordida. "Qué edad tienes "mijo"?, le pregunté, intentando alivianar el ambiente y muy feliz me respondió: "23". De allí en adelante, intenté disimular mi terror, mirando por la ventana, por la forma de manejar y las siguientes llamadas, con el mismo vocabulario soez y salpicadas por las canciones del famoso cantante: "necesito refrescar este pobre corazón, sediento de tí...". Tened lindo día!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los invito a comentar. Gracias.